“Sabanas Mojadas”

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La luna se puso, y solo una habitación oscura y una cama que nos arropa nos acompaña. La ropa ya no tiene sentido cuando estamos cerca. Y el tiempo no existe cuando se trata de intimidad. Nuestros labios hablan el mismo lenguaje, y aunque las palabras sobran, no paro de susurrarle al oido todo lo que quiero que me haga.

Mientras el calor de su cuerpo acecha la curvatura de mis nalgas frías, partículas de besos mojados van dejando su rastro por cada rincón de mi piel. El terciopelo que cubría una luna desnuda se iba estremeciendo al sentir como el respirar de su alma se entrelazaba con mi ser. Y así, como quien busca desesperadamente una flor para su jardín, sus manos inquietas, deseosas por encontrarla dieron comienzo a una batalla eufórica entre paredes sigilosas y sábanas mojadas.

Como gotas de rocio el iba recorriendo el sendero de mis montañas, hasta desembocar en los labios de un jardín prohibido. Adicta a la sensación de poder tocar el cielo con un suspiro, mis gemidos no paraban de pedirle que siguiera la jugada entre una lengua fogosa y labios enardecidos.

Sumisas mis caderas que se exaltan, al querer ser dominadas por la fuerza de su entre piernas. Inocentes mis ojos al mirar su cuerpo, que al rosarme me quemaba. Paredes son testigos de un acto de delito en la escena del crimen de una cama cubierta de nubes blancas.

Y fue aquí, entre sabanas mojadas donde te llevaste mi respiración, dejándome arder en el frenesí de una noche de pasión.

– Chandra Z.

“Jaque Mate”

Relatos

No entendiste cómo funcionaba el universo. Sin embargo, trataste de aparentar que tenías todas las estrellas brillando dentro de ti. Sin saber el significado de la luz, trataste de explicar el coraje de la soledad saliendo de una oscuridad infinita. Pero todo era parte de tu plan.

Con tu voz aterciopelada hiciste de las tuyas. Fuiste quebrando mis sentidos, dejándome a ciegas y sin tan siquiera poder escuchar el eco de mi propia voz, que pedía a gritos que la salvara. Sumisa quedé luego de caer bajo el siniestro hechizo de tu sonrisa, y con tus trucos de seducción fuiste clavando espinas en cada poro de mi piel. Jugabas tan bien al ajedrez, que no me di cuenta que había sido Jaque Mate a tu favor desde que me hiciste firmar a ciegas tu contrato de amor caducado.

-Chandra Z.

“Mariposas de primavera”

Relatos

Hay noches en la que extraño eso que mi piel solía sentir cuando tus labios rosaban el firmamento de mi cuerpo. Sobre pétalos de girasoles cae el rocío que yace en mis mejillas rojas, anhelando que tus brazos vuelvan a tenerme cómo aquella noche en la que mi alma se enamoró de tu ser. Aveces me pregunto a mi misma si aún existe dentro de mi ese sentimiento de aquello que es indestructible, a lo que todos llaman “amor”.

Creo que ya no recuerdo que es el estar enamorada. No recuerdo como se siente despertar y ser amada, que te despierten a besos o que se preocupen por ti. Tan si quiera me acuerdo de Las mariposas que una vez vivieron en mi estómago. Creo que Simplemente desaparecieron con la partida de tu primavera. Llevándose así un jardín de rosas las cuales amaban tenerte cerca.

Me gustaría volver a sentir la electricidad en mis dedos al rosar tus manos, y sentir que el tiempo se detiene con cada pestañear. Sumergirse en el silencio de tu risa, perdiéndome en el laberinto de tus besos sin salida, y Confundiendo cada partícula de ser con el vacío de una soledad infinita.

-Chandra Z.

“La piel de mis lunares”

Relatos

Fue luego de que tu ser dejase un desgarrador vacío en la piel de mis lunares que comprendí que amarte ya iba mas allá de lo incomprensible. Te busqué, pero juro que no pude encontrarte. Al menos no mirando al mismo lugar donde siempre solías estar, al menos no en la soledad de una Luna incompleta.

Me daba miedo el buscar mas allá, pero es que te juro que buscaba en su sonrisa, su mirada y ya nada me cautivaba. Tu esencia ya no estaba. Recuerdo como hacías que mis cráteres se convirtieran en lunares, y como lograbas bajarme la luna con un suspiro, pero todo eso había desvanecido. Hacia frió, y tu calor ya no estaba.

No hice más que gritar prisionera anhelando buscarte mas allá donde mis ojos te han de encantar. Más allá donde anillos bailan al compás de mi pelo. Donde el tiempo es una ilusión y el deseo infinito de amar se detiene en un beso. Donde la brisa se desliza entre mis dedos, haciendo que la búsqueda hacia Saturno, sea un viaje sin regreso. No se donde estés, quizás te encuentre ahí, pero ahora mismo me siento a la deriva, como un barco que navega en un mar azabache repleto de luciérnagas perdidas.

Sera que estás en Saturno? Lo sabré cuando mi piel te tenga de vuelta.

– Chandra Z.